Páginas

sábado, 4 de abril de 2015

La máquina de mi abuelo


   Guardar la inocencia es quizá una de las tareas más difíciles que tiene un adulto, no asombrarnos demasiado cuando un niño aprende a escribir antes que a leer o que diga no gustarle leer,  pero que sin embargo desee escribir historias.

 

   Tengo dos cachorrillos y cada uno me ha mostrado que el orden a seguir puede ser otro, os dejo con una de ellas, por aquí la llamaré Juno.

                                                                                                      





Mi abuelo es inventor y ha inventado una máquina. Hoy he ido a visitarle y he visto su máquina nueva, mi abuelo se ha ido a casa y me ha dicho que me quede en el taller.

He empezado a mirar la máquina y había un botó rojo que ponía ENCENDER. Le he dado al botón y han salido cinco bolas, se ha oído una voz que decía: “en cada bola hay un deseo”.

Entonces salí a la calle y vi un zorro sangrando de la pierna y pedí el primer deseo. Deseo unas vendas, entonces acompañé al zorro a su madriguera y le puse las vendas.

Cuando pasó un rato vi a una familia de osos y me acordé que me gustaría que los animales pudiesen hablar y pedí ese deseo. Solo me quedaban tres deseos y no los iba a gastar haciendo tonterías, pasé por un castillo y vi a una reina que quería cortarle la cabeza a un burro y desee que el burro estuviese en el puesto de la reina y la reina en el puesto del burro.

Cuando pasó un a hora desee volver a casa. Fui al taller de mi abuelo y dejé el deseo que sobró, me fui a cenar, me metí a la cama y me dormí.