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miércoles, 24 de julio de 2013

Personal trainer: Mr. Otto



Los miércoles la cuadrilla se reúne en el Kikarea, allí comparten café, confidencias y planes para el ya cercano fin de semana.

Hoy es un día atípico, a la mesa del rincón solo han comparecido dos de las habituales. Ane y Muriel charlan tranquilamente, se ha creado un agradable ambiente de complicidad.

Ane se está desahogando, va dando rienda suelta a su enfado mientras cuenta su último desencuentro con una compañera de trabajo. No es la primera vez que le pide un “pequeño favor” que al final resulta ser un charco de barro. 

–Soy un caso –dice Ane– ¡Me la ha vuelto a jugar¡ ¡Si es que no aprendo la lección! Me encantaría poder decir que no con la soltura con la que lo haces tú.

–Pues podemos hacernos un favor mutuo, conozco a alguien que te puede ayudar. La solución es que vivas unos días con Mr. Otto, él es el mejor para que te des cuenta de cuanta razón tenía mi abuela cuando decía: “ante el vicio de pedir, la virtud de no dar”.
Mira, la semana que viene tengo que viajar a Livorno, habitualmente my sister es la que se encarga de él, pero su suegra está enferma y como está muy preocupada por ella preferiría no cargar a mi hermanita con más tareas.

–¿Mr. Otto?, ¿Quién es ese misterioso caballero? ¡Nunca me habías hablado de él!

–¡Jajajaja! De caballero tiene muy poco, ya lo conocerás. Lo vais a pasar muy bien, es encantador, aunque también un poco caradura. ¡Ay! Son ya las siete, me tengo que ir a por los niños. ¿Te parece bien que quedemos el domingo por la tarde para que os presente?

–¿No serás capaz de dejarme así?, ¿Verdad?

–Te va a encantar, él fue mi maestro. Me  vooooy!!!

–¡¿?!



Ha amanecido otro miércoles, es de nuevo el ecuador de la semana y mientras dos mares distintos acarician las dos ciudades nuestras amigas acaban sus jornadas laborales. A la hora del café Muriel aprovecha para ponerse en contacto con Ane.

–Hola, ¿Cómo va eso? ¿Hacéis buenas migas Otto y tu?

–Bueno, más o menos. Es cariñoso y dulce conmigo, pero a veces se pone insoportable, se empeña en hacerme carantoñas justo cuando estoy leyendo, quiere que le atienda en cuanto llego a casa y llevo tres noches sin pegar ojo, ¡se ha empeñado en dormir apoyando todo su peso en mi espalda! Tengo los riñones destrozados, cuando vuelvas me debes una sesión con el fisio, ¡estas avisada!

–Pero mujer, ¡me lo estás malcriando! Te lo dejé para que fueses practicando ... anda que si te cuesta decirle que no a un gato difícilmente podrás hacerlo con las personas.
Piensa que hagas lo que hagas él igualmente te va a no-querer. Si practicas con Mr. Otto luego te será más fácil hacerlo con la gente.

–¡Ay, soy una blanda! Lo voy a intentar hoy mismo, ¡esta noche Otto duerme en la cocina!

–Ya sabes, entrena en casa y luego le pones las pilas a tu compañera en el trabajo. Quiero todos los detalles el próximo miércoles. Cuídate.

–Tú también, un beso.

martes, 9 de julio de 2013

Receta contra los recuerdos desvaídos


El placer de entonar al viento,
junto al camino buscando el sol.



La brisa mueve las notas mientras cantamos.
Chup, chup, chup, chubi-du-du-dub.



          Hay momentos en los que durante un segundo todo es tan sencillo y tan perfecto que durante días el recuerdo de ese instante vuelve trayendo consigo una sonrisa gratificante. 

         Quisieras siempre poder echar mano de ese recuerdo y de esa alegría, quisieras que no se borrase y cuando notas que cada vez se va volviendo más difuso, como si se fuese desgastando quieres luchar contra el olvido.

         Las imágenes y la música tienen la fuerza y la magia para conseguir que el recuerdo no pierda su brillo. Con estas muletas puedes retornar a ese instante feliz siempre que quieras. Muy útil para esperas aburridas y días oscuros.